Un “collage” de prácticas y procesos facilitados, guiadas por un propósito compartido
Los ingredientes de la Inteligencia Colaborativa
En el anterior artículo de esta familia sobre la Inteligencia Colaborativa (¿Cómo hacerla emerger?) introducíamos los cinco aspectos o “ingredientes” que necesitamos manejar para su buen desarrollo:
- Las Personas
- Los Procesos Colaborativos
- Los Procesos Tecnológicos
- La Facilitación
- El Propósito
En este artículo vamos a acercarnos a los dos primeros, que conforman la base fundamental de la Inteligencia Colaborativa
1. Las Personas
En cualquier organización que quiera evolucionar, lo crucial, lo que marca la diferencia, son las Personas y sus Relaciones, como auténticas habilitadoras del cambio.
Ya hemos comentado que, para integrar las nuevas “formas de hacer” colaborativas, hemos de ampliar nuestros niveles de conciencia, trabajando sobre nuestros marcos mentales y nuestras emociones, nuestros egos y las formas de relacionarnos con los demás. Ello implica aprendizaje y entrenamiento en nuevos espacios de confianza para ir incorporando también nuevos roles y liderazgos.
Hemos de activar en las personas y equipos una nueva disposición hacia la colaboración, potenciando una comunicación asertiva, eficiente y empática. E ir integrando la Inteligencia Emocional, para dejar de reaccionar con automatismos y poder responder conscientemente ante las dificultades. Desde una nueva posición que aboga por la diversidad y la inclusividad, al tomar consciencia de nuestro estilo de comunicación y la interrelación con los otros.
También se propicia adquirir nuevas perspectivas y potenciar los propios recursos en el ejercicio del liderazgo, fomentando nuevas actitudes. Con el autoliderazgo como camino de autoconocimiento y la evolución hacia liderazgos conscientes. Desde nuevas formas de relación y comunicación que inspiren motivación y compromiso. Liderarse para liderar.
Son pasos fundamentales para evolucionar hacia la autogestión, la capacidad de las personas para ser autónomas en cómo organizan su trabajo, cómo se relacionan y cómo toman decisiones. Para aflorar su singularidad y desarrollar sus talentos desde una libertad responsable, que aterriza y alinea su propósito vital y propicia nuevos liderazgos naturales.
En definitiva, un sano desarrollo de la Inteligencia Colaborativa pasa por cultivar en las personas de nuestra organización competencias para…
- liderarse a sí mismo (autogestión, coraje, agilidad de aprendizaje, …)
- liderar a otros (inteligencia emocional, ser un buen entrenador, inclusión, …)
- liderar la organización (gestión de conflictos, toma de decisiones, gestión del cambio, …)
2. Los Procesos Colaborativos
Los Procesos Colaborativos son el fundamento para canalizar y asentar esta evolución de la mentalidad individual, grupal y organizacional. Mediante ellos, y con prácticas cotidianas, sencillas en su ejecución, pero con gran impacto en el pensar, sentir y hacer de las personas, van permeando nuevas actitudes e integrando los nuevos hábitos colaborativos.
Sobre estos procesos es importante diferenciar dos grandes “familias”, según el espacio de trabajo en que se desarrollan:
- Los espacios de Comprensión-Exploración, cuando nos enfrentamos a nuevas situaciones complejas, para entenderlas y explorarlas hasta crear una visión compartida y alineada.
- Los espacios de Acción-Reflexión, cuando tenemos claridad, para avanzar eficientemente en la resolución de nuestras tareas y actividades desde el pensar, sentir y hacer conjunto.
2.a Espacios de Comprensión y Exploración: el valor de la multiperspectiva
Cuando nos enfrentamos a situaciones complejas, no podemos reaccionar con nuestros automatismos habituales: antes de pasar a la acción, necesitamos hacer una “pausa” y dedicar tiempo a comprenderlas y explorarlas para poder responder adecuadamente. Con este fin, precisamos de prácticas y herramientas que nos favorezcan…
- “ver el sistema más amplio“, para reflexionar y valorar los escenarios o problemas desde miradas diversas e interconectadas.
- “explorar las alternativas“ y sus conexiones, yendo más allá del contexto inmediato, calibrando posibles opciones, fomentando la creatividad y buceando en soluciones no convencionales.
- crear una “visión compartida”, desde la suma sinérgica de perspectivas que puedan apuntar a nuevas oportunidades de futuro.
- obtener “alineación y aumento de consciencia”, identificando además las personas relevantes que, por su experiencia, madurez o conocimientos, sean susceptibles de cocrear nuevas respuestas y soluciones.
En definitiva, este enfoque sistémico para la comprensión y exploración de los escenarios complejos nos sirve como una brújula que nos orienta, para poder responder colaborativamente y de maneras más efectivas en los problemas apremiantes.
En este espacio existen diversas herramientas y marcos de trabajo para procesar la complejidad desde miradas sistémicas.
A modo de ejemplo, podemos señalar algunas muestras relevantes:
- Marco Cynefin (Dave Snowden), para calibrar la complejidad de los escenarios y, en consecuencia, generar las respuestas más adecuadas.
- Diagramas Causales e Iceberg Hall, para identificar conversacionalmente los elementos relevantes de un sistema complejo, sus relaciones y puntos de palanca y explorar lo “no visible”.
- Lego Serious Play, Design Thinking, Canvas, etc., para indagar y reflexionar metódicamente y apuntar posibles respuestas sistémicas a los retos organizacionales complejos.
2.b Espacios de Acción-Reflexión
Una vez tenemos claridad en la dirección a seguir, para llevar a cabo una acción consciente y sostenible en nuestros proyectos y actividades cotidianas hemos de trabajar colaborativamente, pero … ¿cómo?
Desde nuestra perspectiva, una opción práctica e idónea para sustentar esta acción-reflexión colaborativa se apoya en el trabajo de Gerard Endenburg y su método de organización circular sociocrática (SCM: Sociocratic Circle Organization Method).
Endenburg, uno de los pioneros de la autogestión, lo diseñó y aplicó allá por los años 70 del pasado siglo en su propia organización. Y, desde esa experiencia, lo fue perfeccionando hasta alcanzar un sencillo e inteligente método para gobernar y gestionar personas y organizaciones. Basado en principios de Eficiencia, Transparencia y Equivalencia, facilita la autogestión, la participación y la responsabilidad de todos los miembros de la organización, configurando sistemas resilientes y coherentes.
Desde prácticas sencillas en su ejecución y profundo sentido tras ellas, posibilita integrar de forma paulatina los hábitos necesarios para que fluya una colaboración inteligente.
Con una concepción modular, habilita a cada organización para irlas incorporando en función de su madurez y necesidades.
Para aterrizar y hacer accesible esta filosofía, gestiona tres tipos de componentes:
- Estructuras y relaciones
- Prácticas
- Procesos sistémicos
El siguiente artículo lo dedicaremos a realizar un breve y sintético recorrido sobre ello y, más adelante, en futuros artículos, iremos profundizando tanto en sus piezas más significativas, como en la figura de Endenburg y su inmensa aportación a los diseños organizacionales de futuro.
Otros Recursos: artículos previos familia “Inteligencia Colaborativa”
[QVO#006] Inteligencia Colaborativa I – ¿Colaboramos en nuestras organizaciones?
[QVO#007] Inteligencia Colaborativa II – ¿Colectiva o Colaborativa?
[QVO#008] Inteligencia Colaborativa III – El sentido común del siglo XXI
[QVO#009] Inteligencia Colaborativa IV – ¿Cómo hacerla emerger?