Si queremos desarrollar nuestra organización como un lugar enriquecedor de colaboración, además de la voluntad, para cambiar nuestra forma de trabajar en las organizaciones debemos saber cómo hacerlo y no menospreciar las resistencias y enemigos del cambio que también deben ser gestionados.
Cada vez que observo a personas hablar de su voluntad de evolucionar y transformar sus organizaciones me pregunto cuál es el nivel de consciencia que se da en las conversaciones y reflexiones en torno a ello. Sin duda muchos sentimos la necesidad de cambiar la forma de hacer en nuestras organizaciones pues la observación de la complejidad que nos rodea y la reiteración de mensajes en esa dirección en el ecosistema empresarial nos llevan a pensar que ineludiblemente debemos evolucionar. Pero ¿en qué medida ante ello somos verdaderamente conscientes de las implicaciones y exigencias para un verdadero cambio? ¿Es suficiente con querer cambiar porque está de moda y todo el mundo lo hace? Sin duda creo que no.
Quién quiere aprender a tocar el piano deberá comenzar con la voluntad de hacerlo, con el serio compromiso (querer) para el esfuerzo que ello requiere. Necesitará también adquirir los conocimientos teóricos y prácticos para ello (saber) para lo que deberá contar con una escuela, profesor u otros cauces para la adquisición de conocimientos y práctica. Pero por más que quiera y que disponga de los mejores profesores para aprender no podrá hacerlo (poder) sin disponer de ciertos medios y posibilidades tales como contar con un piano y con un lugar donde practicar y un horario compatible con sus vecinos para evitar que estos llamen a la policía por molestias si el horario de práctica fuera intempestivo.
Algo similar ocurre en las organizaciones y grupos cuando abordan cualquier proceso de cambio o transformación. Una buena interrelación de los tres ámbitos se hace imprescindible. Por ello, una transformación que nos lleve a una enriquecedora evolución debe considerar los ámbitos del querer, del saber y del poder o, lo que es lo mismo:
- El QUERER: es el ámbito de la voluntad y debe comenzar con preguntas como ¿quiero verdaderamente transformarme? ¿soy consciente de lo que ello implica? ¿estoy dispuesto a luchar contra mi tendencia a seguir siendo y haciendo las cosas como siempre? ¿quiero comprometerme a enfrentar las dificultades y mostrar la necesaria constancia, aunque inicialmente no vea los frutos? ¿Estaré dispuesto a pedir que me aten a un mástil como pidió Ulises para evitar las tentaciones al ver las sirenas?
Reflexionar e incrementar nuestra consciencia sobre nuestra voluntad o nuestro QUERER en relación con la transformación nos ayudará a dar seriedad al proceso y a prepararnos para acometer el cambio y para abordar las dificultades que, con seguridad, se harán presentes. Una voluntad trabajada, consciente y comprometida nos ayudará a sortear las dificultades, resistencia y barreras que todo proceso de cambio necesariamente implica. Por el contrario, nuestra rendición y vuelta a lo antiguo, a lo anterior ante la primera dificultad será una muestra de que nuestra voluntad de cambio no estaba trabajada ni era suficientemente comprometida.
- El SABER: el ámbito del saber se centra en la adquisición del conocimiento de nuevas formas de actuación, de colaboración, de gobierno y de relación entre las personas, así como en el desarrollo de las correspondientes capacidades para hacer efectivo el uso de principios, metodologías y herramientas que constituyen los pilares y las palancas del cambio. ¿Sabemos realmente conversar y practicar una verdadera escucha imprescindible para que la suma de las personas procure una verdadera inteligencia colectiva o colaborativa?, ¿conocemos las herramientas de colaboración más adecuadas? ¿sabemos cómo prevenir y gestionar los conflictos que pueden surgir en el día a día? Estas y muchas preguntas más pueden y deben resolverse con el conocimiento de las disciplinas, teorías, metodologías y herramientas disponibles y con la experiencia y la práctica para su implantación y uso.
La voluntad por si sola nos puede llevar al voluntarismo y a la frustración si ignoramos la experiencia de otros y los distintos recursos disponibles. El cambio y la transformación siempre son posibles, pero nunca son procesos fáciles. Saber y disponer de conocimientos con una perspectiva completa y sistémica desde la experiencia de la realidad humana y organizacional nos procurará muchos más aciertos que frustraciones en nuestro viaje y nos protegerá de las superficiales ilusiones apoyadas solo en deseos voluntaristas.
- El PODER: se oye mucho decir que querer es poder, pero ello es solo una peligrosa media verdad. Como acabamos de ver, para ser capaces de conseguir algo hacen falta más cosas que la simple voluntad. Por ello poner en marcha un proceso de transformación o cambio relevante simplemente con voluntad y conocimientos puede ser sencillamente una temeridad si nos olvidamos de trabajar el ámbito del poder. ¿Puedo en este momento abordar un proceso como el que me propongo? ¿Dispongo de los recursos mínimos adecuados para abordarlo? ¿He evaluado los riesgos y adoptado medidas para paliarlo? ¿qué debo hacer para identificar las resistencias al cambio y los bloqueadores y desactivarlos?
Todo proceso de cambio se enfrenta a las inercias del pasado, a los paradigmas imperantes y a las resistencias tanto propias como del entorno que luchan con fuerza para mantener las cosas como están. El cambio despierta miedo, pero ¿sabemos cómo vencerlo con responsabilidad y sensatez? ¿Cómo podemos vencer las presiones de nuestros accionistas y consejos de administración cuando solo quieren ver y hablar de los resultados a corto plazo? ¿cómo construir relatos que muestren con credibilidad y convicción las bondades y la necesidad de invertir en procesos de cambio como principal vía para nuestra sostenibilidad futura?
Medir nuestras capacidades con nuestros recursos, contextualizándolos con realismo en nuestra situación interna y externa, nos permitirá elegir los procesos de cambio que podemos y tiene sentido abordar huyendo de aquellos que solo nos pueden llevar a la frustración. Pues por más que tengamos voluntad y dispongamos de conocimiento nuestro entorno también juega y lo hace con gran fuerza para resistir ante el cambio.
Encajar con coherencia y sentido común la definición de nuestro objetivo de cambio con nuestro nivel de voluntad y compromiso, con los medios de que disponemos, con un proceso adecuado, con la oportunidad del momento, con la valoración realista de las dificultades y resistencias y otras múltiples variables o factores es clave para asegurar un verdadero cambio y la instauración de una nueva cultura y hábitos perdurables que son precisamente los que determinan la efectividad del cambio.
La intensa implicación de los promotores del cambio, la tensión y conflictos que ello produce aconsejan siempre viajar en los procesos acompañado de alguien que pone los ojos de fuera y libres de las distorsiones racionales y emocionales propias de quien sufre la implicación en el proceso. Y es precisamente ese acompañar, apoyar, poner perspectiva y refuerzo para hacer el camino juntos la misión de Emergentes en la evolución de las organizaciones.
Seguro que con un buen acompañante en el viaje de transformación conseguiremos una buena música con nuestro piano y un satisfactorio crecimiento ya sea individual, grupal u organizacional.